Villasbuenas de Gata, ubicada en la parte central de Sierra de Gata y denominada Villasbuenas hasta 1916, es un bello ejemplo de pueblo de transición donde la sierra desciende desde el norte para irse trasformando en la parte sur en suaves lomas hacia los llanos que riega el Árrago. Esta monotonía es rota en el oeste por la Rivera de Gata que, encajonada, se encamina hacia el pantano que lleva su nombre.

Estas tierras estuvieron habitadas desde la prehistoria, existiendo restos de dólmenes y de un castro cuyos últimos habitantes fueron “los Vettones”. Su historia escrita comienza a partir de 1212 cuando Alfonso IX se asegura el dominio definitivo de la zona pasando así al Reino de León bajo la Orden de Alcántara, momento en el que abandona la encomienda de Santibáñez para pasar a la de Salvaleón. Posteriormente, en 1.556, Felipe II vende Villasbuenas al Señorío de los Fonseca.

El caserio original de Villasbuenas ocupa una leve ondulación, en lo que es la parte más alta del municipio, donde se ubica la Iglesia rodeada de los edificios más prominentes del municipio. Frente a ella se hallaba la casa de los Señores de la villa, en lo que hoy es la Plaza del Palacio, siendo esta desde donde se distribuyen las diferentes calles.

Junto a la iglesia nos encontrarmos con un pueblo de grandes casas solariegas engalonadas de sillería, con elaborados huecos, balcones de granito, una preciosa cerrajería decorada con algún escudo heráldico y fachadas vestidas de bellos serigrafiados. Merece especial mención la casa de la mujer panzuda como símbolo de fertilidad. A medida que abandonamos la plaza pasamos a largas calles con pequeñas viviendas en las que grandes portones de corrales dan acceso a las cuadras.

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Aunque la imagen exterior del municipio es la de haber sufrido una gran modernización, Villasbuenas sorprende al visitante dispuesto a descubrirla, disfrutando de un paseo por sus calles y contemplando no sólo el magnífico entorno de la iglesia sino también los bellos ejemplos de su Arquitectura Tradicional conservada en el casco urbano a base de detalles en piedra, madera o hierro como testigos de la historia de este pueblo y sus gentes.

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El entono de Villasbuenas deslumbra. El norte es un gran mosaico donde el pinar es interrumpido por olivos y huertas en el valle de la Vega y convertido en un robledal al ascender camino de la Aliseda. El sur lo ocupa una dehesa de robles, encinas y alcornoques, salpicada de olivares y algunos róndales de pinos. La franjas verdes de la ribera y los arroyos que mueren en el Embalse. Geológicamente destacan los yacimientos graníticos en la zona este, con los grandes batolitos que quedan al descubierto. Todo ello con las aportaciones del hombre al paisaje con construcciones de cercas, corrales y majadas circulares en granito.

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Cuenta Villasbuenas con muchos y variados elementos de interés como la Iglesia de la Consolación, el entorno de la Rivera de Gata y su Piscina Natural con sus bosques de ribera y su embalse, las tierras de dehesa en las que un surtido de colores y olores con diferentes senderos nos llevan a descubrir su biodiversidad y sus magníficas vistas, “el potro de herrar” o sus fuentes.

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Merecen mención especial “el Baño de la Cochina” con sus aguas declaradas medicinales y el bello “Panteón de los Godínez”, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura funeraria de Extremadura.